No podía desperdiciar la luz que había este domingo por la tarde en Pamplona, justo después de la tormenta, y aunque mis cielos no tienen el dramatismo de los de Mellado, no dejan de ser resultones.
Y para la segunda, quería plasmar la belleza que puede haber siempre tras lo urbano, que no deja de tener encanto, aunque algunos no se lo vean.
lunes, 11 de junio de 2007
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